Enrique Pinti como actor y director invita a transitar por la historia argentina con la elocuencia a la que nos tiene acostumbrados. Los defectos y virtudes que caracterizan a los argentinos y nuestra herencia hispana son revelados en clave de humor, de crítica despiadada, de desenfado y de nostalgia.Su espectáculo permite recorrer el pasado y analizar el presente, y crea la posibilidad de reír y conmoverse frente a lo que no se pudo cambiar de la historia.Con un despliegue de vestuario realizado por Renata Schusseheim; bailarines impecables, donde se destacan las figuras de Martín Salazar y Martín Sipicki; y la música de Gregorio Vatenberg, la coreografía de Elizabeth de Chapeaurouge y la iluminación de Sandro Pujía este circo criollo -mezcla de musical, comedia, stand up-, muestra a un Pinti siempre vigente convencido de que lo único que puede salvarnos como personas y como país es la capacidad de rescatar los afectos. Una escenografía de Oria Puppo, creativa e inteligente, ofrece el devenir de la historia como si se pasaran las páginas de un libro.Una mirada sagaz e inteligente que desnuda sin miramientos nuestra vapuleada nacionalidad.Su alegato final, recordando las persecuciones a los artistas, moviliza y conmueve, a la vez que concientiza sobre la importancia de defender lo más preciado, la libertad de pensar.